A las monjas sin hábito que nos criaron
A los ojos sin llanto que nunca fuimos
A la ciudad que duerme en su delirio
Al Dios que no existe, al Dios inhumano
Al padre que sueña que su hija es virgen
A la mujer sola que a ratos finge
A la libertad perdida, la que buscamos
Al sueño bebido, al duelo encontrado
A tí, a tu risa y a mi rezo que no ofrezco
A las niñas que no duermen de noche
A los niños que no juegan de día
A la madre cuya sopa se enfría
Al pobre que se sacia con besos
Al rico arrepentido y preso
Al solo que espera
Al loco que ríe
Al preso que sueña
Al tiempo que pasa
Y al diario que sigue.
martes, 26 de agosto de 2008
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